viernes, 4 de enero de 2008

Chávez y Maradona, Mar del Plata 2005 *



Cumbre de las Américas. Se reúnen en Mar del Plata los líderes de los países de la OEA. Discurso de varias horas de Chávez, en un estadio. Maradona está en la tribuna, juega al tipo comprometido, con remera con la cara del Che y gorra Nike. Le falta leer un poco, sólo un poco: como para ir aprendiendo a hablar.
De todas formas, prefiero esto a todos esos jugadores que se gastan millones en no sé sabe qué y jamás se preocupan por nadie. Maradona seguramente se preocupe, pero no da para más. Con el tiempo es muy posible que se canse de jugar a líder político popular y vuelva a ser, simplemente, Dios.
Estar en contra del neoliberalismo se convierte, gracias a estas cosas, para quienes no entienden de matices, en ser un populista farandulero. Y los medios en nada ayudan, tampoco, a dar matices. La televisión sigue siendo en blanco y negro.

Los actos vandálicos al comerciante de la esquina despojan de argumentos a quienes podrían gozar de cierta simpatía por dejar una sucursal de McDonalds hecha escombros. También cita Chávez a Chomsky: no sé quién le pasará un resumen de lo que dicen los libros que interesan. Lástima que luego no defienda lo que dice defender, y que lo que diga me recuerde cada vez más a Jesús Gil, empresario español (fallecido hace unos tres años) dueño del Club Atlético de Madrid y alcalde de Marbella -ciudad andaluza donde se reúnen a veranear los jeques áreabes y los traficantes de todo tipo-, que no conseguía redimir su ignorancia con todo su dinero aunque él pensara que sí. Chávez y Gil son dos modelos parecidos, amigos de los medios, pero no de los periodistas ni de la verdad: me refiero simplemente a salir en los medios, que se les vea la cara. El fascismo descubrió la utilidad de la radio. Perón fue un Mussolini tardío, y Chávez un Perón reloaded.

Si Chávez fuese sincero estaríamos ante una momento maravilloso porque, de última, si no se comulga con él, la historia se ocuparía de hacer brotar un movimiento a medio camino entre los otros y él.
Aunque tampoco estoy seguro de esto que acabo de decir: es cierto que las reivindicaciones socialistas, en su momento consideradas fuera de lugar, se fueron incorporando y ahora en los países que tanto se escandalizaron con ellas nadie concibe no tener vacaciones pagadas o seguros sociales; pero también es cierto que se está volviendo a atrás, que China es mucha China, y son muchos también.
Así que de la dialéctica de la historia me fío poco, o por lo menos no me basta para alegrarme porque surja gente como Chávez.
Si es necesaria una reflexión seria, que lo es, me temo que no vendrá por ahí; pero nunca ha venido por el camino de los políticos. Lo que falta es el espacio.


Zapping: Maradona presentando un programa de televisión. Maradona rodeado de un montón de personas insignificantes que gozan de un momento de fama en sus vidas y que por ello son dignas de acercarse al futbolista. Sus hijas y lágrimas de emoción, eso vende. Lo privado expuesto en los medios públicos, en lugar de poner lo público al alcance de cada uno. La privatización de la política y la destrucción del agora, nos alerta Zygmunt Bauman en este magnífico En busca de la política que estoy leyendo ahora.

Y ahora algo de Televisión.
Zapping de ayer: Maradona “entrevistando” en Cuba a Fidel: enseña un tatuaje, juega con la pelotita, ríe obsecuente. Fidel habla mucho siempre, la presencia de la cámara hace prescindible a cualquier periodista. Y más al futbolista reconvertido a farandulero frívolo con discurso revolucionario de analfabeto. Una lástima que gente así ensucie tan fácilmente a la izquierda. Ha ensombrecido la “anti-cumbre” de las Américas, ya avisó Pérez Esquivel, el Nobel de la Paz; pero él también había quedado ensombrecido, y nadie le escuchaba tampoco. Hoy por televisión hay quien ha dicho que la entrevista de Maradona fue buenísima.

"Ensuciar a la izquierda": es curioso, la derecha nunca se ensucia, o nunca se da por enterada. Una Thatcher se olvida pronto, incluso en Argentina; pero un futbolista que hace de la ideología un asunto de banderitas, remeras estampadas y slogans panfletarios a los que se ha olvidado poner el relleno, se convierte en un estigma para siempre. Será que la elegancia redime.


* Notas en un cuaderno de 2005 encontrado gracias a una mudanza.

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